Cuando me aburrí de andar me acordé de que el hermano de Gerarda iba a una universidad que estaba en EEUU, así que supuse que tenía que ir allí. Inmediatamente me dirigí hacia allí y llegué a un sitio al que llamaban Meisachusits o algo por el estilo, quien me dijo el nombre se ve que no sabía hablar muy bien. También me dijo por donde tenía que ir y así llegué al MIT.

La entrada era enorme, así que pensé que la gente del MIT era así de grande, pero luego entré y vi que eran de una estatura normal. Me sorprendió ver a personas de diferentes culturas y razas sin que nadie les mirase mal o les pegase, así que me gustó el sitio. Me acerqué al mostrador y dije que quería ir a la universidad, pero como sólo tengo 13 años me dijeron que no podía a menos que tuviese 56 millones de dólares. Afortunadamente tenía 60 millones, por lo que les dí 57 y me quedé 3 para comprar cosas que me hacían falta.
Al día siguiente fuí a clase y me dijeron que estaban construyendo un robot, aunque no me pude explicar para qué lo querrían, ya que era como una sartén grande que se movía a la que le habían dibujado ojos. Decían que estaban investigando la comunicación humana y entonces entendí por qué construyeron el robot, ya que la comunicación no es muy frecuente entre los de EEUU.
El caso es que estuve allí todo este tiempo aprendiendo a hacer cosas que no sirven para nada, pero que eran interesantes. Como había pagado tanto dinero me dieron un título firmado por mi amigo George Bush y me dijeron que ya me podía ir a casa, así que aquí estoy por fin y os puedo escribir para que sepáis de mi. Por la noche he quedado con Gerarda para contarle todo, creo que lo que aprendí puede servir para diseñar un nuevo arma de destrucción planetaria mucho más eficaz que la que tiene ahora.
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