21 noviembre, 2007
Visita a Perú
Hoy he ido a Perú porque me acordé de Gerarda, hacía más de un año que no la veía por todo eso de la universidad y me contó muchas cosas que le habían pasado. Lo más sorprendente es que en sólo un año había tenido 74 hijos y todos míos o sea que ahora soy padre. Me hace ilusión, pero lo malo es que ahora hay que ponerles un nombre a todos y encima Gerarda se empeña en celebrar una extraña ceremonia a la que llaman bautizo en la que van cogiendo a cada uno de mis hijos de uno en uno, dicen su nombre y luego lo bañan en una pileta. Esto hace que el proceso de poner nombre a todos sea bastante tedioso. En la foto salen algunos, no caben todos a la vez, ¿A que son guapos?
La verdad es que me cuesta aprenderme el nombre de todos y por eso hemos decidido utilizar nombres que sean fácilmente reconocibles. Los hemos llamado 1, 2, 3,... hasta 74 por orden de nacimiento, y como son todos muy parecidos hemos hecho unas etiquetas y se las hemos pegado en la espalda. De esa manera cuando queramos saber como se llama uno de ellos sólo hay que cogerlo, darle la vuelta, levantarle la camisa y ahí está. Creo que así sabremos siempre el nombre de todos fácilmente.
Durante la ceremonia de bautizo hubo un problema porque según un señor vestido con un camisón negro tenía que decir mi apellido por ser el padre, pero no lo recordaba, así que tuve que ir a Etiopía a preguntar a mi padre. Me dijo que yo no tenía apellido y que le dejara en paz, así que volví a Perú. Al final se decidió que los niños tampoco tendrían apellido. Mejor, porque así no tendría que recordarlo.
Como no los conocía mucho me los llevé a todos a jugar con los bichitos a la selva. Por el camino me encontré una cucarachilla y se las enseñé para que la vieran, le saqué una foto. Aprovechando el momento les desvelé que yo era su padre. A todos les pareció bien. Algunos de mis hijos son mayores que yo, pero no me preocupa, porque como son mis hijos los quiero sea cual sea su tamaño o edad. He decidido enviarlos a todos a la universidad para que aprendan tanto como yo y así ayudar al mundo con nuestros conocimientos.
La verdad es que me cuesta aprenderme el nombre de todos y por eso hemos decidido utilizar nombres que sean fácilmente reconocibles. Los hemos llamado 1, 2, 3,... hasta 74 por orden de nacimiento, y como son todos muy parecidos hemos hecho unas etiquetas y se las hemos pegado en la espalda. De esa manera cuando queramos saber como se llama uno de ellos sólo hay que cogerlo, darle la vuelta, levantarle la camisa y ahí está. Creo que así sabremos siempre el nombre de todos fácilmente.
Durante la ceremonia de bautizo hubo un problema porque según un señor vestido con un camisón negro tenía que decir mi apellido por ser el padre, pero no lo recordaba, así que tuve que ir a Etiopía a preguntar a mi padre. Me dijo que yo no tenía apellido y que le dejara en paz, así que volví a Perú. Al final se decidió que los niños tampoco tendrían apellido. Mejor, porque así no tendría que recordarlo.
Como no los conocía mucho me los llevé a todos a jugar con los bichitos a la selva. Por el camino me encontré una cucarachilla y se las enseñé para que la vieran, le saqué una foto. Aprovechando el momento les desvelé que yo era su padre. A todos les pareció bien. Algunos de mis hijos son mayores que yo, pero no me preocupa, porque como son mis hijos los quiero sea cual sea su tamaño o edad. He decidido enviarlos a todos a la universidad para que aprendan tanto como yo y así ayudar al mundo con nuestros conocimientos.
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