23 noviembre, 2007

De paseo por el sur

Hoy me he levantado con energía, así que he ido a Perú de nuevo para preguntar a Gerarda si le apetecía salir a dar una vuelta. Me dijo que no, así que fuí yo solo. Empecé a caminar hacia el sur a ver que había, porque no había ido nunca. A diferencia de EEUU, la mayor parte de la gente de esa zona si sabe hablar normalmente, lo cual me gustó bastante. Tras un buen rato caminando llegué al mar y vi un animal que nunca antes había visto. Le saqué una foto y cuando saltó el flash se asustó y se tiró al agua. Cuando fuí a mirar me di cuenta de que el agua estaba helada y pensé que el extraño ser se congelaría, así que me tiré para salvarlo. Rápidamente me di cuenta de que el ser sabía nadar muy bien; empezó a nadar muy rápido y yo le seguí para ver a donde iba. Al cabo de un rato nadando, llegamos a una isla de color blanco. Hacía bastante frío allí, se parecía al interior de una cosa que tienen los de EEUU para enfriar la cerveza, pero más grande. Pensé en que podrían llevar a allí las cervezas para ahorrar electricidad.

La verdad es que no había nada que hacer allí a parte de ver a los seres esos, así que fui a dar una vuelta por allí. De pronto aparecieron unos tíos con un todo terreno y me dijeron que si estaba loco por estar allí en taparrabos. Yo les dije que traje un jersey, pero que me lo dejé en la otra isla para que no se mojara porque encogía con el agua fría. Me llevaron a una casa prefabricada donde vivían y me dijeron que eran científicos que se dedicaban a estudiar las cosas que pasaban en la Antártida, que era como se llamaba la isla esa.

Al cabo de un rato hablando me dijeron que se iban a dormir, pero no era de noche. Me explicaron que en la Antártida no se hacía de noche hasta el invierno y que en verano era todo el rato de día. Al principio no me lo creía y salí afuera a mirar fijamente al sol a ver si se ponía, saqué fotos cada dos horas para que vean que es verdad. El sol se movía en círculos como si fueran todo el rato las 6 o las 7 de la tarde. Me pareció curioso y pensé si en algún otro país sería siempre de día o siempre de noche. Les dije a los científicos que me iba a casa ya porque eso de que no se hiciera de noche por la noche era desconcertante. Les pregunté que por donde era el norte y me dijeron que en todas las direcciones porque estábamos en el polo sur. Eso estaba bien porque así podías llegar a cualquier parte sólo con ir al norte, creo que deberían hacer eso en otros países también para evitar que la gente se pierda.

Al final llegué a mi casa y lo primero que hice fué comprobar que el sol se ponía como siempre, no sea que de pronto se hubiera cambiado en todo el planeta y hubiera que dormir 6 meses al año.

21 noviembre, 2007

Visita a Perú

Hoy he ido a Perú porque me acordé de Gerarda, hacía más de un año que no la veía por todo eso de la universidad y me contó muchas cosas que le habían pasado. Lo más sorprendente es que en sólo un año había tenido 74 hijos y todos míos o sea que ahora soy padre. Me hace ilusión, pero lo malo es que ahora hay que ponerles un nombre a todos y encima Gerarda se empeña en celebrar una extraña ceremonia a la que llaman bautizo en la que van cogiendo a cada uno de mis hijos de uno en uno, dicen su nombre y luego lo bañan en una pileta. Esto hace que el proceso de poner nombre a todos sea bastante tedioso. En la foto salen algunos, no caben todos a la vez, ¿A que son guapos?

La verdad es que me cuesta aprenderme el nombre de todos y por eso hemos decidido utilizar nombres que sean fácilmente reconocibles. Los hemos llamado 1, 2, 3,... hasta 74 por orden de nacimiento, y como son todos muy parecidos hemos hecho unas etiquetas y se las hemos pegado en la espalda. De esa manera cuando queramos saber como se llama uno de ellos sólo hay que cogerlo, darle la vuelta, levantarle la camisa y ahí está. Creo que así sabremos siempre el nombre de todos fácilmente.

Durante la ceremonia de bautizo hubo un problema porque según un señor vestido con un camisón negro tenía que decir mi apellido por ser el padre, pero no lo recordaba, así que tuve que ir a Etiopía a preguntar a mi padre. Me dijo que yo no tenía apellido y que le dejara en paz, así que volví a Perú. Al final se decidió que los niños tampoco tendrían apellido. Mejor, porque así no tendría que recordarlo.

Como no los conocía mucho me los llevé a todos a jugar con los bichitos a la selva. Por el camino me encontré una cucarachilla y se las enseñé para que la vieran, le saqué una foto. Aprovechando el momento les desvelé que yo era su padre. A todos les pareció bien. Algunos de mis hijos son mayores que yo, pero no me preocupa, porque como son mis hijos los quiero sea cual sea su tamaño o edad. He decidido enviarlos a todos a la universidad para que aprendan tanto como yo y así ayudar al mundo con nuestros conocimientos.

19 noviembre, 2007

¡He vuelto!

Hola, no se si se acordarán de mi, pero he vuelto. Muchos se preguntarán donde he estado durante todo este tiempo, y es que mi padre me aconsejó que fuera a la universidad para convertirme en un hombre de provecho y fuí. La verdad es que al principio no sabía lo que era eso de la universidad, así que salí a preguntar. Lo primero que encontré fue un guepardo sentado en la entrada de mi casa, pero no supo decirme por donde quedaba, así que empecé a andar para ver si a alguien se le ocurría.
Cuando me aburrí de andar me acordé de que el hermano de Gerarda iba a una universidad que estaba en EEUU, así que supuse que tenía que ir allí. Inmediatamente me dirigí hacia allí y llegué a un sitio al que llamaban Meisachusits o algo por el estilo, quien me dijo el nombre se ve que no sabía hablar muy bien. También me dijo por donde tenía que ir y así llegué al MIT.

La entrada era enorme, así que pensé que la gente del MIT era así de grande, pero luego entré y vi que eran de una estatura normal. Me sorprendió ver a personas de diferentes culturas y razas sin que nadie les mirase mal o les pegase, así que me gustó el sitio. Me acerqué al mostrador y dije que quería ir a la universidad, pero como sólo tengo 13 años me dijeron que no podía a menos que tuviese 56 millones de dólares. Afortunadamente tenía 60 millones, por lo que les dí 57 y me quedé 3 para comprar cosas que me hacían falta.
Al día siguiente fuí a clase y me dijeron que estaban construyendo un robot, aunque no me pude explicar para qué lo querrían, ya que era como una sartén grande que se movía a la que le habían dibujado ojos. Decían que estaban investigando la comunicación humana y entonces entendí por qué construyeron el robot, ya que la comunicación no es muy frecuente entre los de EEUU.
El caso es que estuve allí todo este tiempo aprendiendo a hacer cosas que no sirven para nada, pero que eran interesantes. Como había pagado tanto dinero me dieron un título firmado por mi amigo George Bush y me dijeron que ya me podía ir a casa, así que aquí estoy por fin y os puedo escribir para que sepáis de mi. Por la noche he quedado con Gerarda para contarle todo, creo que lo que aprendí puede servir para diseñar un nuevo arma de destrucción planetaria mucho más eficaz que la que tiene ahora.